La globalización y el auge de Internet han roto las fronteras, acercando el mundo y sirviendo de nexo de unión entre culturas. En este contexto, el conocimiento de idiomas ha cobrado una importancia fundamental para lograr el éxito laboral. De este modo, las academias de idiomas han experimentado un crecimiento muy importante en los últimos años debido a la alta demanda de alumnos.

Fruto de esto, se ha popularizado el uso de aplicaciones móviles para el aprendizaje de idiomas. De hecho, en los principales repositorios de apps suelen ser las predilectas de los usuarios.

Es algo muy tentador, porque estas apps son gratuitas, tienen precios muy reducidos, no hay que asistir a clases y el ritmo de trabajo es el que decide el propio usuario. Parece que todo son beneficios pero, surge una duda su: ¿Es realmente posible aprender idiomas con una app? ¿Es igual de eficaz que las clases presenciales? Vamos a responder a estas preguntas viendo «la otra cara» de este sistema:

  • Las apps de idiomas se centran mucho en el aprendizaje del vocabulario, descuidando otros aspectos, como son la fonética, la expresión oral, la gramática, etc.
  • No existe un profesor al que poder preguntar las dudas y corregir los errores que surjan durante el estudio de las lecciones.
  • El sistema de enseñanza es rígido. En el aprendizaje de idiomas, cada estudiante tiene un ritmo diferente, unos van más rápido, otros tienen dificultades en algunas áreas, etc. En una clase presencial, el profesor puede ajustar las lecciones, teniendo en cuenta a cada alumno, centrándose en lo que hace mejor y en lo que falla. Una app no es tan versátil y no se adapta a las necesidades que pueda tener cada usuario.
  • No sirven para superar exámenes oficiales. En muchas ofertas de trabajo se solicita que el aspirante tenga un certificado con su nivel de idiomas para optar al puesto. A la hora de preparar estos exámenes, hay que practicar mucho para corregir los errores y anticiparse a las preguntas que hayan en la prueba. Las apps tienen un temario estándar, lo cual no es apto para poder aprobar un examen de este calibre.
  • No preparan al alumno para una conversación real. A la hora de comunicarse con otras personas en un idioma diferente al nativo, es necesario haberlo practicado en diversas situaciones, por ejemplo, en un bar, un avión, hablando con varias personas a la vez, etc. En una app aprendemos frente a una pantalla, no hay contexto ni interacción real, por lo que no se desarrolla esta faceta de manera adecuada.
  • Actualmente es posible tener conexión a Internet en muchas zonas, pero en algunas regiones todavía no se dispone de conexión inalámbrica o de telefonía móvil de manera estable y sin inconvenientes. Estas aplicaciones, si no tienen acceso a Internet, no funcionan.
  • Un idioma no es solo memorizar estructuras y vocabulario, es también aprender la cultura de los países donde se habla. Las app no aportan mucha información al respecto, ponen curiosidades, pero no profundizan en este ámbito que es de vital importancia al momento de aprender un idioma.
  • Una de sus mayores ventajas es el aprender a tu propio ritmo, también es una desventaja para muchas personas que necesitan una supervisión para «animarse» a estudiar. Las clases presenciales tienen horarios programados, fechas de exámenes, entre otros, que fomentan la disciplina de trabajo.

¿Sirven entonces las app para aprender idiomas? Estas pueden utilizadas como complemento para mejorar algunos aspectos, especialmente el vocabulario pero, dado su nivel de impersonalización, difícilmente podrían sustituir la enseñanza presencial en una academia.

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